Vamos a hacer un esfuerzo de la imaginación. Estás sin remera, atado con los brazos levantados, totalmente indefenso. Jalas de la atadura para verificar que no hay manera de moverse ni un centímetro.
Vos pensás que tenés cosquillas, quizá por alguna breve experiencia pasada. Incluso suponés dónde, pero no estás totalmente seguro.
Y el hombre que está parado frente a ti, yo, está a punto de explorar cada centímetro cuadrado tuyo. Él va a mostrarte cuán cosquilloso eres.
Una suave caricia a tus axilas genera una ola de escalofríos. Y ahí lo sabes: "Oh Dios, no podŕe controlar mi risa". Quizás intentes controlarte un poco y quedarte quieto, así no me daré cuenta que mis dedos te están enloqueciendo.
Sigo trabajándote las axilas, jugando con tus pelitos. Lo hago suavemente, durante segundos que parecen horas. Noto que empiezas a transpirar, lo cual no hará más incentivarme y que mis dedos patinen mejor.
"Cuchi, cuchi cu", te digo al oído como si fueras un niño, aunque tu y yo sabemos que no eres un niño, sino un hombre adulto. Un hombre quebrado por las cosquillas. Es ahí cuando te das cuenta que que no puedes tolerarlo más. Tu risa se descontrola.
Estoy controlando tu cuerpo con la yema de mis dedos. Y esto te enoja en parte, aunque también te asusta. ¿Porque qué otros puntos encontraré, aparte de estas axilas peludas? Estás perdido en tu propia risa, en una prisión cosquillosa dentro de tu propio cuerpo.
hola como te va?me encantan las sesiones de cosquillas tambien,de donde sos?
ResponderBorrarSi sos de cordoba hablame 3516229202
Borrar