Conozco un tickler que tenía cierta costumbre en sus sesiones de cosquillas. Cuando su víctima estaba atada, lista para ser torturada con cosquillas, él traía a su invitado sorpea a la sesión: su perro golden, que estaba en el jardín de su casa.
Cualquier ticklee sabe, más o menos, qué esperar de una sesión de cosquillas, pero ¿un perro? Eso si es una novedad. Él tomaba un poco de jalea y untaba los pies y las axilas de su víctima. El perro, feliz, comenzaba a lamer aquel dulce, sin importar dónde se encuentre y lo mucho que la víctima riera ante aquella lengua caliente y húmeda. Lo sé porque yo mismo he sido víctima de esta maldad y de nada me servirá ahora ocultar que un fue un perro quien más me ha hecho reír. A cambio, este tickler me ha contado las múltiples veces en que ha vuelto a repetir esto, lo cual me ha llenado de satisfacción.
Luego de aquella sesión, no pude enojarme con aquel animal. Los perros, como los demás animales, no tienen cosquillas y jamás sabrán de qué son capaces. Su lengua es una potente arma para hacer cosquillas y no son pocas las personas que lo han probado.
Pese a que algunos untan algún alimento sobre la zona que desean cosquillear, hay perros que espontáneamente lamen a sus dueños. Si tu perro te lame los pies, es probablemente su manera de mostrar respeto, por más que te retuerzas de cosquillas. Él no le contará eto a nadie, así que podés reir tranquilo.
¿Te gustaría adoptar un perro tickler?
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